Un legado que invita a la reflexión

Las jornadas en homenaje al escritor José Luis Sampedro organizadas por la Escuela Social de Barañain y la Biblioteca concluyeron con un balance positivo en cuanto a afluencia y participación del público. Las jornadas sirvieron, en el primer aniversario de su muerte, para estudiar el legado de Sampedro en sus facetas de escritor, economista y persona comprometida socialmente.

Las jornadas contaron con cine forum, tertulias, concierto de Jorge Sánchez, lecturas dramatizadas y una mesa redonda en la que participó Olga Lucas, escritora y compañera sentimental de Sampedro hasta el momento de su fallecimiento y la economista y profesora Juana María Lautre, que fuera alumna de Sampedro en la Universidad Complutense. Lucas presentaba el libro póstumo "Sala de espera" y Lautre recordó su faceta como profesor en 1957.

Profesor cercano

Juana María Lautre explicó que en la carrera de Económicas de aquella época Sampedro destacó como un profesor cercano y accesible, que pedía la opinión del alumnado, no pasaba lista de asistencia a pesar de que a sus clases acudiera más alumnado que el matriculado y que les introdujo en el «camino para conocer la realidad económica considerando la variable de poder; no sé puede entender la realidad económica prescindiendo de esta variable».

Según explicó la ex alumna, la influencia de Sampedro como profesor de Estructura Económica y de sus libros, sobre todo "Conciencia del subdesarrollo", fue muy importante, sobre todo en una época en que comenzaba el movimiento estudiantil en Madrid y teniendo en cuenta que Manuel Fraga fue otro de los profesores con los que se tuvo que examinar Lautre para aprobar la carrera, entonces llamada Políticas Económicas y Comerciales.

Libro póstumo

Olga Lucas, por su parte, explicó que a Sampedro le hubiera gustado mucho que se le reconociera como profesor y que fundamentalmente lo que fue es un buen comunicador. Asimismo, explicó como surge el libro póstumo "Sala de espera", libro escrito a medias por los dos. «Es un libro confeccionado con retales porque no estaba terminado cuando falleció», señaló, para continuar explicando que se compone de dos partes, en una cada uno explica los diez primeros años de su vida y en la otra, Sampedro escribe, en forma de notas, sus años finales.

«Cuando fallece deja cosas inéditas y me pregunté: ¿si lo quería publicar por qué no lo hizo? y también ¿si lo desechó por qué lo guardó? Tenía claro que de publicar algo sería del periodo en que estuvimos juntos, porque estoy más segura de lo que hago», explicó Lucas.

«Cuando nos conocimos y a pesar de las diferencias entre ambos -nos llevamos 30 años, teníamos procedencias diferentes, etc. - encajamos a la perfección. Sampedro quiso averiguar los motivos de esta unión y pensó que éramos dos ríos que confluyen, de allí el título de esta parte, "Ríos". Propuso que cada uno escribiéramos nuestro río y a pesar de que yo lo fui dejando, al fallecer él, entre sus cosas vi que había escrito su parte. Así es como escribí la mía. La segunda parte es distinta, son los últimos años de su vida», añadió Lucas.

Sobre estos años la escritora y poeta destaca la preocupación que Sampedro sintió «por el devenir social, los valores que se perdían, la civilización occidental». Según explicó Lucas, Sampedro «pensaba que era su obligación escribir sobre eso, pero no terminó y no lo terminaría nunca, porque se replanteaba todo cada vez que leía algo». En esos últimos años, Sampedro descubre que «la barbarie precede a lo nuevo, la barbarie le empieza a dar esperanza», subraya Olga. De esas notas, «él se da cuenta que no lo va a acabar y me deja notas para que yo termine», se compone la segunda parte del libro. La tercera son fotografías y otros documentos.