Herramientas para romper con estereotipos de género

Satisfacción por conocer el funcionamiento de mecanismos cotidianos y por ser capaces de arreglar pequeños fallos y averías eléctricas y mecánicas, es la valoración que hacen las participantes de este taller y su monitor, Juanjo Iriarte. «Se queda corto, quedan todavía tantas cosas por aprender», comenta una de las alumnas. Y es que el curso ha durado apenas 18 horas repartidas en seis sesiones de tres horas de duración. «Yo doy cursos de 40 horas y aunque fueran 400 se quedan muchas cosas por enseñar. Pero no es que se queden cortos, sino que ellas se ven cada vez más capacitadas, y demandan más, cada vez se les hace más fácil», señala Iriarte.

El curso se ha repartido en sesiones sobre fontanería, bricolaje y electricidad, donde se han dado nociones básicas, con herramientas sencillas que cualquiera pueda tener en casa. En el taller han participado 14 alumnas, la mayoría procedentes de Pamplona donde estos cursos tienen una gran demanda y no se encuentran plazas, por lo que las participantes han optado por apuntarse a éste que ha ofertado el Área de Igualdad y el de Cultura del Ayuntamiento.

Perder el miedo

Las alumnas, de todas las edades, han aprendido cosas tan prácticas como desmontar y montar desagües, montar grifos, arreglar persianas, poner manillas, conocer los diferentes tipos de tornillos, taladrar, cambiar interruptores y un largo etcetera.

Según cuenta Juanjo Iriarte, lo que más cuesta es la electricidad. «Aparte de miedo, la electricidad es un poco cuestion de fe, cuesta entenderla; el agua se ve que viene y va y la electricidad te tienes que imaginar que pasa por ahí. El taladro tambien suele dar bastante respeto, pero hicieron prácticas con azulejos y allí se vieron capaces, luego hay que practicar pero han perdido el miedo».

Juanjo Iriarte es profesor de cursos de intercambio de tareas en Pamplona y en los 8 años que lleva no ha visto prosperar muchos grupos de hombres para aprender a coser, planchar o cocinar, tareas culturalmente asignadas a las mujeres. «En Pamplona pasa igual, si se apuntan ocho mujeres, uno será hombre. Tampoco creo que se enteren de los cursos, les dará corte o quizá no verán la necesidad, en Pamplona lleva más años esta iniciativa y no suele salir ese curso de hombres, se apuntan igual gente sola o separada, pero muy poco», opina.

En el de mujeres, sin embargo, la lista de espera es larga, «la mayoría de las que hay en este curso han venido de Pamplona e incluso hay alguna que repite; en Pamplona se apuntan más de un centenar para unas pocas plazas y muchas desisten de intentarlo». Por lo tanto, desconoce si se volverá a programar esta actividad, que las alumnas consideran de gran utilidad y que alguna incluso volvería a cursar.