La atención a la mujer, una asignatura pendiente
Iñaki Martinez Azpiroz | El Centro de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva de Barañain es un servicio de consulta sexual y afectiva formado por cinco trabajadoras. Con la covid-19, las listas de espera para consultas se han abultado. Lejos de invertir más recursos, tras la jubilación en el 2020 de la única ginecóloga a tiempo completo, la vacante se ha cubierto solo con una plaza a jornada parcial.
Ocho mujeres vestidas de ginecólogas se concentran frente al Palacio de Navarra, en la avenida Carlos III. Los medios han acudido al acto. Son mujeres de Barañain. Llegan para presentar 1.063 firmar al Gobierno foral: es la petición de multitud de mujeres pidiendo reforzar el servicio ginecológico del centro de atención a la mujer de Barañain. La acción no es de hoy, es del 2008, cuando el colectivo feminista Hagin realizó una recogida de firmas para sumar una ginecóloga a la única que había para atender más de 10.000 mujeres. Entonces, las listas de espera eran de meses.
Actualmente, el mismo servicio lleva el nombre de Centro de Atención a la Salud Sexual y Reproductiva (Cassyr). Se sitúa en el Centro de Salud de la plaza Caimito, y atiende sobre todo a mujeres, aunque también a algunas consultas de hombres. Entre los servicios, los relacionados con la atención ginecológica, la prevención de cáncer de cuello del útero, el seguimiento del embarazo, la educación maternal y paternal, y la educación sexual y afectiva.
La pandemia de covid-19 paró la atención continuada de las usuarias, y por ello existe ahora cierto embudo en las listas de espera actuales. Según dice la educadora del centro, Esther Cremaes, se está intentando agilizar la situación para volver a la normalidad.
No obstante, fuera de la gestión del día a día, la petición de mayores recursos por parte de usuarias y trabajadoras no se ha atendido. El 2020 se jubiló la ginecóloga que ejercía a tiempo completo, y la consejería de Salud, de quien depende la oficina, ha sustituido la plaza con un puesto a jornada parcial. “Este cambio empeora la atención, está claro”, afirma Cremaes, “aunque se derivan usuarias al centro de Ermitagaña, se echa en falta la presencia diaria de la ginecóloga”. El centro de Barañain es, en realidad, una subdivisión del centro de atención de Ermitagaña, creada para dar algunos servicios directamente en el pueblo.
Itziar Urra participó en la campaña de Hagin de 2008. “Cuando pedíamos a mujeres firmar para la campaña, la recepción era muy positiva, se sentían interpeladas, y era una petición clara: una ginecóloga más para Barañain”, explica. Sin embargo, actualmente el servicio se ha reducido.
Más allá de la reivindicación de una mejor atención ginecológica, el Cassyr cumple una importante función en la educación sexual y afectiva. Es uno de los únicos espacios a donde las mujeres -y también hombres- pueden acudir para trabajar temas de sexualidad y relaciones afectivas.
¿Nos olvidamos de la sexualidad?
Anticonceptivos, enfermedades y genitales… son temas en los que muchas veces se centra la educación sexoafectiva, pero la sexualidad, dice Esther Cremaes, es más amplia: se trata del placer. “La sexualidad empieza cuando nacemos y termina cuando morimos; y a lo largo de ese camino la vivimos de maneras distintas según nuestras circunstancias personas”, describe. “La sexualidad hay que cultivarla como una planta: se riega, se cortan los esquejes feos para que crezca… debemos evitar los problemas, intentar vivir la sexualidad como un aspecto de satisfacción, alegría y disfrute”.
En la misma línea se sitúa Itziar Urra, además, piensa que se está dando un cambio en la manera de concebir las relaciones, sobre todo entre las mujeres jóvenes: “Las jóvenes son las que están dando el paso de debatir sobre qué son las relaciones sanas, una cuestión sobre la cual hace una década no se hablaba tanto”. Reitera que el cuidado de las relaciones está en la base de la dignidad vital: “Si no se cuidan bien los aspectos sexuales y afectivos, el resto saldrá mal, podremos otras cosas por encima de nosotras mismas”.
El movimiento feminista volverá a llenar las calles el próximo 8 de marzo. La educadora del Cassyr remarca que aún cuesta situar la educación sexual en primera línea de las reclamaciones feministas: “Pensamos que hemos hecho una revolución sexual y no nos enteramos que seguimos en la trampa de ver el sexo como el coito entre el pene y la vagina”, critica. “¿La relación sexual plena es el coito? ¡Qué tontería! El cuerpo es mucho más amplio, tenemos manos, pies, lengua… Aún nos queda el esfuerzo de quitarnos los deberes de la sociedad y pensar libremente en lo que nos gusta hacer con nuestros cuerpos en compartición con las personas con las que nos relacionamos”. Los placeres sexuales, explica Cremaes, muchas veces no coinciden entre hombres y mujeres. “Los hombres tienen asumido el significado del coito porque les da mucho placer, y es lo que la sociedad ha tomado como deber sexual. Pero las mujeres encuentran placeres más intensos fuera de la penetración. ¡Reivindiquemos la erótica femenina como algo más global! No caigamos en la trampa del coito. Que no impongan a nuestro cuerpo qué es placentero y qué no”.
La educación sexual, aun siendo uno de los servicios del Cassyr, tiene márgenes de mejora. Por ejemplo, en los institutos, sólo acuden a dar charlas puntuales para informar sobre la existencia de la oficina; el resto queda en manos de los centros educativos, muchas veces sin personal especializado. Es cuestión de recursos. “¿Cómo pretendemos que un o una profesora de matemáticas se meta en cuestiones afectivas? Suficiente tiene con lo suyo”, se queja Cremaes. En este sentido algunas educadoras ya presentaron en el Parlamento de Navarra un programa para mejorar la educación sexual y afectiva. Pedían más recursos, más personal especializado, y poner el foco en atender a grupos poblacionales concretos como las personas migrantes, jóvenes o mayores para mejorar los aspectos afectivos de estos sectores sociales clave. Queda camino por recorrer.