Gutuna - Cartas
La gestión de la pluralidad
En estas últimas semanas se han dado en nuestro Ayuntamiento algunas
circunstancias sobre las que merecería la pena hacer, a mi entender, alguna
reflexión.
La moción aprobada por la mayoría de la Corporación solicitando la
paralización del expediente sobre la remodelación de las entreplantas para
su cesión de uso a determinados colectivos y dedicar esos solares a vivienda
de alquiler ha generado un cierto revolcón en la vida municipal.
La situación que atraviesa la coalición cuatripartita que sostiene el
gobierno municipal distas mucho del ambiente de confianza que la acción
municipal requiere y adolece de un liderazgo claro con capacidad integradora
de las distintas sensibilidades y opiniones.
El ambiente en el que se desarrollan los plenos es tremendamente ilustrativo.
El afán por dar participación a la ciudadanía está provocando situaciones
en las que muchas veces se vulnera la libre expresión y el debido respeto
que tiene que acompañar cualquier debate entre los diferentes grupos
municipales.
La imagen que se ha podido dar en la discusión sobre los precios públicos
no es precisamente el espejo en el que debiera mirarse una gestión municipal
con suficientes consensos ante temas tan básicos.
Me parece buena ocasión para plantear, como prioritaria, la necesidad que
tenemos, yo el primero, de reflexionar sobre cómo mejorar la gestión de la
pluralidad en nuestro quehacer político.
Es legitimo que cada cual defienda su modelo de sociedad, con sus
prioridades, pero tod@s hemos de convivir en democracia. Los resultados
electorales y la praxis legitiman a los grupos políticos dentro del estado
de derecho, las leyes y normas de convivencia.
Pero no basta pensar o decir que vivimos en una sociedad pluralista. Hace
falta hacer efectivo el reconocimiento de esa pluralidad. Y dentro del
acuerdo democrático, básico y fundamental para convivir hace falta hacer
renuncia expresa a las prácticas negadoras de la pluralidad y de otros
planteamientos.
Reconocer al diferente no es equivalente a reconocer sólo al diferente que
se parece a nosotros. Se trata de que, con las mediaciones y el recorrido que
ha desarrollado cada uno, pasemos tod@s a tenernos en cuenta.
Es imprescindible que la izquierda progresista tenga que ser intolerante
frente a la política de desigualdad de desempleo, precariedad que ha dejado
en la cuneta a muchas personas y familias, pero tiene que ser absolutamente
tolerante con la diferencia, tiene que reconocer al otro. Y que las
sociedades democráticas modernas tienen que fomentar el pluralismo. Y el
reconocimiento del otro no significa la negación de los conflictos
existentes. La sociedad ya es plural de por sí, pero el salto cualitativo es
que esa sociedad quiera ser pluralista. Es decir, que le dé un valor a la
pluralidad.
Hay modos, siempre respetuosos con tod@s los derechos, es clave resolver los
conflictos, buscando el acuerdo y la integración.