Javier de Miguel Sáenz
Profesor de historia jubilado. Indignado desde hace más de cuarenta años.
¿Arturo Campión?, había otras opciones.
El Gobierno de Navarra ha decidido premiar con la Medalla de Oro de Navarra a quienes en 1910 presentaron a la Diputación la que sería la bandera oficial de la comunidad. Como era previsible, se ha desatado el debate.
La Consejera portavoz ha declarado que no entra en el debate porque únicamente se premia el hecho de la aparición de la bandera. No es cierto. En la exposición de motivos, el Gobierno señala que “estas tres personas destacaron por su contribución a la historia y la cultura navarras, y los derechos históricos del antiguo Reino de Navarra”.
Ahí es, por tanto, donde se sitúa el debate. La Consejera sabe perfectamente que la figura que destaca sobre las tres es Arturo Campión, que es una figura históricamente ligada al nacionalismo. No es ése el problema, el año 2016 se concedió la Medalla a una persona nacionalista y la concesión fue impecable y sus méritos reconocidos.
Un gobierno que por encima de su ideología concreta, fue el resultado de un hartazgo de gobiernos de UPN que utilizaban la bandera para ocultar políticas al servicio de una minoría. Un gobierno que, por ello, debe ser muy sensible ante la pluralidad de quienes política y socialmente son sus apoyos.
En política lo sustancial son las políticas, pero muy importantes los símbolos. El año pasado lanzó un mensaje con el pretendido “Homenaje a nuestros reyes y reinas” y ahora otro con la concesión de la medalla. Me sitúo entre quienes, apoyando globalmente a este gobierno, nos sentimos muy lejanos de esas decisiones.
Y es que no nos oponemos a la concesión de la medalla porque la figura más significativa sea nacionalista. Sólo faltaría.
Es que la vida y obra de Campión en sus aspectos doctrinarios y políticos, es representativa de una Navarra que deseamos dejar atrás.
La evolución política de Campión, desde sus inicios en una milicia liberal, desembocó como diputado en 1893 del partido Integrista, escisión, ¡por la derecha!, del carlismo.
Situados en el contexto del tránsito de los siglos XIX a XX, nos nos extrañará la dureza antiliberal y antisocialista del Campión pensador, sin embargo, Campión se manifiesta crudamente racista.
Es el Campión que dice que los vascos "somos un pueblo amable y honrado. La impiedad, señores, es maketa", con la inmigración "nos invaden la blasfemia, la navaja, los bailes deshonestos, los modelos groseros".
Es el Campión que en la revista católica La Avalancha escribe que: "entre el genio vasco y el socialismo media repulsión absoluta e irreductible. Así se explica que los propagandistas, los fautores y los secuaces de esas ideas, oprobio de Bizcaya, sean los advenedizos, los nómadas de la inmigración servil. Esta es la última invasión del extranjero que padecemos. Y de igual suerte que atentan a la pureza de nuestra raza y a la integridad de nuestra fisonomía castiza con sus oleadas de detritus étnico, masa híbrida de Celtas bastardeados, de latinos decadentes y de Moros corrompidos, todavía pretenden señores, causarnos un daño mayor, envenenándonos las almas, con un grosero ideal. propio de envidiosos esclavos".
Reconózcase el Campión que trabajó por aprender, comprender y extender el euskera, pero no el político y pensador.
Por cierto, tampoco Altadill, Campión y Olóriz se estrujaron demasiado el magín para confeccionar la bandera, roja como el pendón que habían usado las tropas navarras y las cadenas de la "cruzada contra el moro", cuestión en litigio historiográfico, que ya en 1423 se mencionan como "armas de Navarra"
Pero como este artículo quiere ser positivo, propongo a nuestros gobernantes alternativas para la concesión de la Medalla de Navarra.
Los mineros de Potasas, junto con los que en los primeros setenta luchamos por una Navarra mejor.
Soledad Villafranca Los Arcos, nacida en Aoiz en 1880, escritora y luchadora junto con Ferrer Guardia en la Escuela Moderna.
Podría ser tambien, ahora que el Gobierno, por fin, va a crear el Instituto para la Memoria Histórica, Martín Arbizu, obrero despedido de Frenos Iruña en 1969 por realizar una huelga en solidaridad con los trabajadores de la empresa URRA.
Podríamos ir más atrás y otorgar la Medalla a aquellos ocho falcesinos que en 1357 perdieron la cabeza por haberla levantado con dignidad, ahorcados por ese Carlos II al que nuestro gobierno rinde homenaje.
Existen cientos de personas y organizaciones que se merecen esa medalla, aquellas que han luchado por una sociedad distinta, por una Navarra mejor. Existe otra Navarra.
Debería reflexionar el gobierno sobre las señales que manda. Necesitamos consolidar y ampliar una mayoría social que haga difícil la vuelta atrás. Esa mayoría será extraordinariamente plural y debe verse representada por los actos del gobierno, cuando menos no excluída.
Qué difícil era sentirse excluido el año pasado cuando Pedro Miguel Echenique recogía la medalla. Qué olor a naftalina impregnará el salón del Reino el próximo día 3.