Eduardo Arocena
Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.
CAYEBORROKA
Ni en mi sueños más surrealistas me imaginaba manifas de pijos/fachas/nazis todos juntitos e indistinguibles. ¿Dónde está la ley mordaza cuando se necesita?
Parece ser que la ley se aplica según quién sea el infractor. Fuimos testigos durante la pandemia de manifestaciones sin previo aviso por parte de cayetanos por el toque de queda en el barrio de Salamanca, una de las zonas más lujosas de Madrid. Ahí no se vió ni de lejos ninguna carga policial ni detenciones, por supuesto.
Ahora ocurre lo mismo delante de la sede central del PSOE en Ferraz sin que se vean tanquetas ni gases lacrimógenos.
Sabemos que los antidisturbios están plagados de nazis, pero ¿los mandos policiales también? ¿La delegación de gobierno también?
Da la ligera impresión de que hay ciudadanos de primera y de segunda en lo que se refiere a su capacidad de atracción de porrazos o rodillas al cuello, y sus posteriores multas.
Al igual que toda manifestación tiene fines políticos, la reacción a la misma por parte del gobierno correspondiente deja patente sus intenciones. ¿A qué se debe tanta permisividad en ciertos casos, y tanta violencia en otros?
Resultaría irónico si no fuera insultante, que aquellos que llaman traidor o dictador al gobierno convoquen manifestaciones sin previo aviso, donde neofascistas piden taxis en grupo y corean los efectos beneficios de tomar el sol; queden totalmente impunes, mientras hay raperos en la cárcel o un grupo de científicos se enfrenta a condena de prisión por reclamar medidas contra el cambio climático. Muy peligrosos deben de ser esos científicos. Los nazis, en cambio, parece que no lo son.