Eduardo Arocena
Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.
Divide y vencerás II
Tengo que empezar reconociendo que, como miembro de Podemos, pensaba que las corrientes denominadas Pablistas y y Errejonistas eran una invención malévola de los medios creada con el fin de debilitar la creciente ilusión depositada en este nuevo movimiento político-social que consiguió aglutinar el voto de 5 millones de españoles en solo 2 años de existencia y dar un susto a las élites de este país. Lo mío quizás fue ingenuidad, quizás ceguera intencionada.
La decepción consiguiente que sentí al constatar que la invención no era tal sino la cruda realidad me dejó entre perplejo y anodadado. Mi semblante palidecía cuando leía artículos de opinión, tuits y entrevistas de grandes pensadores de este país que se habían enzarzado en una cruenta disputa por su verdad, perseverando en la ridícula tradición fratricida de la izquierda.
No daba crédito a mis ojos cuando contemplaba cómo mentes tan brillantes que ni siquiera llego a atisbar en mi horizonte intelectual estaban comportándose de forma tan inconsciente. ¿Iban a ser capaces de dinamitar todo lo construido desde el 15M?
Es tanto lo conseguido en tan poco tiempo que supondría un error garrafal echarlo por tierra por diferencias nimias: repolitización de los problemas y de las personas, ilusión desbordada y contagiosa, introducción en la agenda política de problemas reales, impulso de los movimientos sociales y culturales, dinamización de la autoorganización, seducción de personas altamente capacitadas y comprometidas, concejalías, alcaldías, parlamentarios autonómicos y nacionales, senadores; y unión con otras fuerzas políticas progresistas.
No es afán de poder, dinero o ego lo que separa estas dos corrientes, sino pura táctica política, nada más (y nada menos). Diferencias de forma, pero no de fondo, en el cómo, no en el qué. Están de acuerdo en lo fundamental y no han sido capaces de verlo y transmitirlo. Y lo habían ayudado a convertir en un teatrillo para gozo, disfrute y regocijo de nuestros adversarios políticos.
Unidad es lo que pide la asamblea ciudadana de Vistalegre II y es la obligación del consejo ciudadano electo hacer todo lo posible por alcanzarla. Porque es mucho más lo que nos une que lo que nos separa. Pongamos la inteligencia colectiva al servicio del bien común. Nos equivocaremos en muchas cosas, pero nunca nos equivocaremos de bando. Sabemos a quiénes defendemos y de dónde venimos. Nosotros no traicionamos a nuestra gente. Nuestra lucha por una vida que merezca ser vivida va a proseguir en la calle, en las instituciones y en los medios. Que a nadie le quepa duda.
“Disculpen las molestias, esto es una revolución.”