Pablo Idoate
“Hablaremos de ese vicio saludable que no entiende de sexo ni edad. Ése que traspasa fronteras más allá de cultura y religión. Crea amistades, levanta pasiones y, además, es gratis. Consumiremos deporte. Dosis sin límites.”
Esos locos que corren
Haga frío o calor, con la primera luz del día o bien entrada la noche, cada vez somos más quienes sentimos esa irresistible necesidad de vencer la pereza, calzarnos las zapatillas y salir a correr. Las motivaciones son muy diversas. Hay quien lo hace para bajar de peso o mantenerse en forma. Otros buscan recortar unos minutos en su próxima carrera. Los hay quienes van solos y quienes necesitan compañía. Unos prefieren las vueltas por el Lago o se acercan hasta la vieja Iruña por el paseo del río Arga. Otros, amigos de lo salvaje, prefieren explorar los caminos perdidos por la Cendea de Zizur con el riesgo, a veces deseado, de volver a casa con barro hasta la nuca.
Todos ellos comparten una pasión. Le pueden llamar jogging, footing o running. En definitiva, salir a correr. Para algunos es una manera de despejar la mente y sentirse libres. Para la gran mayoría acaba siendo algo adictivo. Una droga saludable. Provoca efectos tan beneficiosos como un reseteo de la mente después de un mal día. Puede, incluso, ser momento de inspiración para generar nuevas ideas y soñar despierto. En definitiva correr nos fortalece, además de las piernas, la mente. Nos hace ver que con trabajo y esfuerzo es posible mejorar. Hace que seamos capaces de alcanzar retos inimaginables para nosotros mismos mejorando nuestra confianza y reforzando nuestra autoestima.
Los que somos meros aficionados a este deporte seguimos con admiración las marcas que los verdaderos profesionales de esta materia consiguen en sus competiciones. Profesionales que pasan desapercibidos ante los ojos de un público absorbido por las estrellas del balón. Algunos de esos héroes que desde su infancia se calzaban zapatillas cuando nadie más lo hacía nacieron y se forjaron en nuestro propio pueblo. Ilustres apellidos del mundo del atletismo como Monreal, Romera, Zudaire, Mateo, Ipiña, Villanueva, Yániz o Fernández dedicaron horas de entrenamiento al sacrificio y la superación personal. Ojalá que esa fuente de grande atletas que distingue a Barañain no deje de brotar. Ojalá tengan pronto el lugar y las condiciones que merecen para ello. Un lugar que sirva también para reunir a todos aquellos locos que cada día nos ponemos las zapatillas para luchar por nuestros propios retos.
Como dijo el escritor japonés Haruki Murakami en su libro De qué hablo cuando hablo de correr: “porque si hay un contrincante al que debes vencer en una carrera de larga distancia, ése no es otro que el tú de ayer”. Y al fin y al cabo la vida es eso: una carrera en la que mejorar cada día.