Inma Sayas

2020-04-07

Igual...

Igual nos merecíamos una buena colleja como la que nos está dando este virus para resitúarnos ante el mundo y ante la vida y plantearnos otra manera de vivir. Igual es necesario que algo o alguien nos diga que no podemos seguir maltratando al planeta, que el crecimiento sin límites no está éticamente permitido, que ya basta, que hasta aquí hemos llegado. Que no es bueno vivir rodeados de centros comerciales llenos a reventar de productos que en su mayoría no se van a vender. Creo que fue Séneca, no estoy muy segura, que ante un mercado repleto de cosas dijo que nunca había visto tantas cosas que en su vida iba a utilizar, o algo así. Así estamos todos nosotros, llenos de cosas que nunca vamos a utilizar y que desde luego tampoco nos van a hacer felices.

Igual dejamos de escuchar todas las voces que nos hacen vivir en un sinvivir. No eres nadie si no viajas, si no consumes sin control, si no haces todo lo que se publicita.

Igual, ahora que todo está cerrado, que no hay nada fuera de nuestras casas que podamos hacer, nos damos cuenta de que algunos estamos más tranquilos. Lo único que echamos en falta, curiosamente, es poder estar con los nuestros, poder celebrar un cumpleaños con todos y con una tarta. Poder recibir a tus hijos o a tus amigos en tu casa y charlar en persona, sin pantalla. Echamos en falta ese café con unas amigas o esa cañita o ese vino con la cuadrilla. Igual lo que necesitamos es a las personas de las que nos hemos ido alejando en tiempos normales y ahora necesitamos que estén ahí donde estaban y no nos habíamos dado cuenta de que eran importantes. Cierto que no puedo olvidarme que tiene que haber bastantes personas, mujeres sobre todo y en muchos casos también los hijos que estarán viviendo con el enemigo y eso tiene que ser un infierno. Ellas lo que necesitan es salir de allí y ponerse a salvo con sus hijos.

Igual nos planteamos en serio que viajar sin control a todas partes moviéndonos como hamsters no es la única manera de vivir. Igual descubrimos que el pueblo de al lado es precioso. Que no necesitamos coger un avión ni gastar mucho dinero. Que ese pueblo nos va a dar unos días tranquilos.

Mucha, muchísima gente hace del viajar un modo de vida. Ir más lejos a países exóticos y volver arrobados de sus costumbres, de su filosofía, de vida, de esos templos de meditación donde se respira tanta paz…Pero vuelves a tu casa y todo aquello queda allí y no te has enterado que igual tu abuela o tu madre tiene tanta filosofía como aquéllos de allí, pero no te has parado ni un segundo a escucharles. Y no te has enterado que aquí también hay templos, santuarios y ermitas donde a poco que lo intentes encontrarás la misma paz. Y no hablemos de los “paraísos”. Los tenemos aquí, palabra. Lo que ocurre es que hablan otras lenguas y eso sin duda los hace mucho más interesantes. Las agencias de viajes nos venden escapadas increíbles a precios también increíbles, lo digo por lo caros, donde vas a pasar los mejores siete días de tu vida. Y nosotros lo creemos y nos dejamos convencer. Igual y solo digo igual, todo esto sobra y no hace falta tanto para vivir decentemente.

Ya, ya sé que la economía manda, que todo puede ser un caos cuando el virus vaya desapareciendo, que los mercados…que la pérdidas…que las bolsas…Sí de acuerdo, pero seguro que quien más va a perder van a ser los de siempre, los que siempre pierden y mientras tanto los que siempre ganan seguirán ganando y seguirán ganando porque a los que estamos en medio nos volverán a convencer de que si no consumimos todo se cae. Y a lo mejor es necesario que todo el sistema se caiga para volver a empezar desde otra manera de vivir.

Igual a los políticos les da por no escatimar recursos y dinero en la investigación y de paso igual se plantean actuar de una vez por todas para reducir el tráfico en las ciudades visto lo que ha mejorado la contaminación. Igual la amabilización no es una tontería.

Ya sé que peco de ilusa por pensar que las cosas pueden cambiar, pero me agarro a la idea de que nada puede ser igual a lo que ha sido, que tiene que haber personas que sean capaces de revertir la economía, los usos, las maneras de hacer política, que tiene que haberlas, que no todos los dirigentes tienen que ser igual de mediocres por no decir nefastos… como con los que estamos siendo castigados, y hablo de dirigentes planetarios.

No me resigno a la idea de “Que todo cambie para que nada cambie” como escribía Giuseppe Tomasi di Lampedusa en su novela El gatopardo.

Diseño y desarrollo Tantatic