Los castigos

Todos y todas, niños y niñas, jóvenes, adultos y  mayores, somos sujetos  del deseo por los otros, otras. También objetos del deseo de los otros, otras.  Objetos y sujetos, sujetos y objetos. Somos sujetos de nuestros deseos, a veces deseamos desear, y otras veces somos sujetos deseando ser deseados, deseadas.

Este último deseo, el deseo de ser deseado, deseada, es en ojos de algunos y algunas, un deseo indeseable. En nuestra cultura por ejemplo, no está bien visto que la mujer se ofrezca y tiente a la erótica. Es más, a las mujeres que lo hacen se les ha tratado, se les trata como a “putas”. Y todavía, dentro de algunos feminismos no está bien visto que la mujer se ofrezca al deseo. Este ha sido y es un lio gordo, pero no el único. Ahora que algunas mujeres se han reconciliado con el deseo de ser deseadas, se ponen deseables, pero solo les gusta que les deseen quienes ellas desean, y no los otros, otras que ellas no desean. Sin ser deseados por estas deseables mujeres, quienes las desean se han convertido, les han convertido en una amenaza.

Y así, si me desea quien deseo, me siento deseable. Y si me desea quien no deseo me siento agredida. Y es en este punto, donde algunas feministas, algunos feminismos se han enredado, y bien enredado. Vuelta a enfadarse con el deseo. Esta vez no con el deseo de ser deseadas, si no con el deseo de quien desea sin ser deseado, deseada. Y nos pasamos la vida castigando el deseo.

Pero no es ni será el único ni el último castigo. Se ha “castigado” desear a través de él, desear que te haga él (el músico toca la guitarra)… Y cuando pensábamos que eran los curas quienes regulaban la “cama”, parece pues que son los mismos, las mismas progres quienes la regulan. Estamos ideologizando los placeres, las intimidades, las vinculaciones, y a muchos y muchas se les está olvidando dejar las ideologías fuera de la “cama”. Nos quitamos la ropa, para ponernos la piel, una piel que lleva consigo una mochila llena de normas, para mí indeseables.
Si la “cama” hablase…