Pablo Idoate
“Hablaremos de ese vicio saludable que no entiende de sexo ni edad. Ése que traspasa fronteras más allá de cultura y religión. Crea amistades, levanta pasiones y, además, es gratis. Consumiremos deporte. Dosis sin límites.”
Medicación equivocada
Llegan los exámenes...y llegan los suspensos. Y como todo problema en la vida, se busca una solución. ¿Posibilidades? Muchas. La más recurrente: "Se acabó el ir a entrenar".
Todo entrenador se ha encontrado alguna vez con padres que dicen: “mi hijo va a dejar de entrenar porque necesita centrarse en los estudios”, o “porque necesita más tiempo”, “porque ha bajado su rendimiento académico y lo vamos a castigar sin que venga a entrenar” etc. Muchos padres creen que el tiempo dedicado al deporte se le “roba” a los estudios. Es evidente que las horas que los chicos están practicando deporte no pueden dedicarlas a sus actividades académicas pero, a pesar del tiempo que están en los centros educativos y la cantidad de actividades que tienen para casa (que sería otro tema a discutir), ¿realmente no tienen tiempo para practicar deporte y sacar los estudios adelante?
Antes de lanzarnos a recetar la medicación es fundamental analizar las causas, es decir, realizar un buen diagnóstico. ¿Realmente los suspensos se deben a las 3-4 horas semanales de entrenamiento? Sumemos horas: móvil, televisión, videojuegos, ordenador, tablet... Ganan por goleada, ¿verdad? Sin embargo, ponemos el deporte en el ojo del huracán. En ocasiones, con el fin de "pinchar y motivar al niño". Los niños pueden llegar a atrapar con pasión el deporte, por tanto, el privarlos de aquello que más les gusta es un castigo severo para ellos. Pensar que el castigo derivará directamente en un cambio de conducta y mejorarán sus resultados académicos, es un error.
Sobran los beneficios de la práctica deportiva, tanto a nivel físico como a nivel psicológico. Antes de tomar una medida, lo correcto es evaluar los momentos de distracción de los jóvenes durante el día para actuar sobre ello. Resulta, además, clave enseñarles desde bien pequeños a organizarse para que puedan cumplir con todas las tareas. Aquí está en juego fomentar valores como el compromiso, la disciplina o la responsabilidad. Valores que se potencian en casa y en la escuela pero también en el deporte: compromiso con un grupo humano, disciplina en las rutinas de entrenamiento y responsabilidad para organzar su horario y optimizar al máximo su tiempo libre.
Modificando el entorno, en este caso quitándoles una actividad que sabemos beneficiosa, además de renunciar a los beneficios físicos de la práctica deportiva, estamos desaprovechando el potencial que tiene el deporte para el desarrollo de unos valores importantísimos para su desarrollo personal. Como docente no puedo más que desaconsejar el veto al entrenamiento como castigo o estrategia para mejorar resultados académicos. Quítale el móvil, la consola o ese reality de la tele que no le aporta nada a su desarrollo personal. Pero no le quites la oportunidad de seguir creciendo y aprendiendo gracias al deporte.