Inma Sayas

2018-12-26

Morir

Desde que tengo memoria el pensamiento sobre la muerte viene conmigo. Tal vez sea porque de pequeña escuché conversaciones sobre virus, epidemias, enfermedades sin cura...Esto ocurría porque el médico de mi pueblo vivía en mi casa, bueno, en casa de mi tía de patrona que viene a ser lo mismo pues dos familias vivíamos en un caserón enorme repartidos en dos zonas. El médico hablaba con mis padres o con mi tía o con cualquier adulto que hubiera por allí y yo, curiosa y metete, escuchaba aquellas conversaciones que no podía entender, pero que me metían el miedo en el cuerpo y se han debido de quedar en algún reducto de mi memoria sin querer salir. Esto me lleva a pensar en lo importante que es que tengamos mucho cuidado con lo que hablamos delante de los pequeños, que no les asustemos. 

 Hoy por hoy raro es el día que en algún momento no haya pensado en la muerte. Me pregunto si a la gente le pasa lo mismo, pero no lo confiesan. 

Este pensar me hace entender que el miedo físico no es tan grande porque hoy aquí se muere sin dolor. Tenemos un sistema sanitario que no deja que sufras al final. Lo que me pone muy, pero que muy triste es el dejar a las personas que más quieres, a los hijos, a las nietas. No volver a saber nada más de ellos. No estar presente en sus vidas. No alegrarte cuando les va bien la vida. No ayudarles cuando las cosas vayan mal. No poder consolarles o abrazarles o reírte con ellos. Y ¿qué decir de las nietas? No saber en qué mujeres se van a convertir, cuáles van a ser sus gustos, sus aficiones, qué van a estudiar, si van a ser felices o se les va a torcer el rumbo. En estas  cosas pienso cuando se pone el verso negro.

Esto es lo que pienso sobre el morir. Tal vez sea un tema raro para mandar a la sección, pero ya vais intuyendo que solo sé escribir sobre lo que me afecta. Pienso en un poema de mi amigo León Felipe, creo que es Romero, cuando dice:" Ser en la vida romero, siempre romero, que no hagan callo las cosas ni en alma ni en el cuerpo". Tiene que ser más fácil vivir sin ataduras porque nada tienes para dejar,pero también muchísimo más triste. 

A pesar de esta grisura de columna deseo  para todos mis lectores y para mí también unas felices fiestas y que  los próximos 365 sean benévolos con todos nosotros, creo que nos lo merecemos. Zorionak eta urte berrion.

 

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