Inma Sayas
REBOBINANDO
He escrito columnas con títulos como: "Y si no hubiera..." "Malditos" y "La fragilidad" . Todas ellas me llevan a escribir la de hoy. Parece como si los ángeles que le metían versos en los bolsillos a León Felipe me los metieran también a mí, salvando las distancias ¡ oh gran León Felipe!
Son ideas machaconas con las que muchas veces me acuesto y me levanto. Me ratifico en todas y en cada una de ellas. Pienso en los malditos y seguramente me quedé corta, hay más, muchos más que aquellos a los que aludí. Algunos quedaron en el tintero. No nombré a todos los que esconden la porquería debajo de la alfombra para obtener réditos electorales,por ejemplo y tantos otros...
De las banderas ¿qué decir? Ya sé que sobre ellas hay filias y fobias. A mí desde luego ni frío ni calor, no soy yo de banderas. Las personas me pueden hacer feliz, las banderas desde luego que no.
La fragilidad la ha sentido en sus propias carnes mi hijo `porque en un segundo, un parón, en un tris o como se quiera decir, se ha salvado de ser atropellado o de morir incluso, en el atentado con coche en el puente de Londres el día pasado.
Aquí entra en juego la "religión" o lo que sea. Para mí es lavado de cerebro, no es religión, es odio. Un odio alimentado por muchos de esos malditos a lo largo del tiempo.
La vida de mi hijo corrió peligro y no se me va a olvidar. ¿Esto va a alimentar mi odio? No lo sé, desde luego va a alimentar mi incomprensión, mi estado de alerta, mis noches de insomnio y mi impotencia.
Si todos los musulmanes de buena fe que quieren que sus hijos y nietos vivan en paz salieran a la calle a manifestarlo, yo iría con ellos.
Si todas las mujeres árabes salieran a la calle para expresar sus deseos no los deseos de quienes les dirigen,de quienes les hablan de religión cuando no es otra cosa que sometimiento, yo saldría a la calle con ellas. Porque yo también tuve que ir a misa con mantilla y medias y la chaquetica bien atada hasta que a alguien en mi religión con dos dedos de frente se le ocurrió decir que a Dios esas cosas no le importan nada.
Mujeres, es hora de que reclaméis vuestra libertad porque esa sí que es sagrada. Vuestros hombres ya la tienen. Ahora os toca a vosotras conseguirla y ese día, si vivo, saldré a la calle con vosotras.