Inma Sayas

2020-03-31

Rincones, libros y lejía

Si algo ha desatado en mí esta pandemia es una terrible obsesión por la limpieza. Me estoy convirtiendo en una yonki de la higiene. No es que yo haya sido descuidada con esto, pero lo de ahora me empieza a sobrepasar.

Una de las cosas que al empezar la cuarentena me planteé hacer fue buscar rincones de la casa y de los balcones para darles una vuelta. Y lo voy haciendo sin mucha prisa porque me da que la cosa va para largo. Un día es la despensa, otro el cajón de las cazuelas, otro el de los cubiertos, otro buena metida al baño…y así van pasando ratos de la mañana porque la tarde queda para ver alguna serie, leer, hacer pasatiempos, solitarios…y casi sin darte cuenta llega la hora de salir al balcón a aplaudir a nuestros cuidadores y enseguida a cenar. Ya está, ya ha pasado otro día. Cuando llega la noche y te pones a ver algo en la tele ya ni te das cuenta de que estás en cuarentena.

Otra tarea que me he impuesto es la de reorganizar los libros. Cuando empiezo me doy cuenta que es la tercera vez que lo hago en cuatro años y pienso como pensé hace cuatro años es que me faltan librerías. Entonces mandé tres cajas a Traperos de Emaús y hace poco, sin amenaza aún del coronavirus, mandé otras tantas. Los libros que se han salvado son más queridos y no quiero deshacerme de ellos, pero no pueden estar todos a la vista por lo dicho antes y me fastidia tenerlos metidos en un armario donde no los puedo ver y es que además sigo comprando más. Cuando vi que la cosa se estaba poniendo negra me compré tres porque no puedo quedarme sin lectura. Así que ahí ando, haciendo huecos como jugando al Tetris con los espacios.

Luego está la obsesión por la higiene. Lejía a todas horas y para casi todo. Que voy a la compra, lejía a los guantes, al asa del carro, que vuelvo de la compra…más lejía. El día pasado hasta pasé las llaves por lejía. Lo mismo el tarjetero, los guantes…hasta las suelas de las zapatillas las fregoteé bien con lejía. Hoy me he sorprendido lavando la fruta en agua bien caliente antes de meterla en el cajón de la nevera que acababa de lavar con agua y un poco de lejía. Si me agarra el Covid- 19 será que estaba de Dios que lo cogiera porque cuidado ya he puesto.

Me gustaría estos días que hace sol poder salir al balcón y tomarlo un poco como hacen algunas personas de la casa de enfrente que tienen un solecito la mar de agradable. Hay una chica que sin salir de su habitación se ha conseguido un cómodo solarium. Ahora sí me da un poco de envidia no así en verano que por las tardes les pega un sol inmisericorde.

Pues eso, que así van pasando mis días de obligada reclusión y que ojalá que no se prolonguen mucho más allá de lo previsto aunque cuando terminen no creo yo que podamos echarnos a la calle como antes de que empezara todo.

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