Pablo Idoate
“Hablaremos de ese vicio saludable que no entiende de sexo ni edad. Ése que traspasa fronteras más allá de cultura y religión. Crea amistades, levanta pasiones y, además, es gratis. Consumiremos deporte. Dosis sin límites.”
Valor y precio
Ya decía, y bien decía, Antonio Machado que “de necios es confundir valor y precio”.
El año pasado decidí no inscribirme en la Behobia-SS. Tras varias ediciones participando en un clásico del calendario de carreras populares consideré que la subida en el precio de la carrera (este año fue de 45 euros) superaba el valor que podía aportarme correr una nueva edición. No fui el único. El 40% de los corredores habituales de la prueba no han repetido este año. ¿Es la Behobia cara? ¿Existe una burbuja en el precio de las carreras populares? Lo primero es no confundir valor y precio. Precio es lo que cuesta la inscripción. Valor es el beneficio o utilidad que obtenemos por ello.
Constantemente veo comentarios en blogs, foros, redes sociales, etc sobre lo cara que es una determinada carrera, a veces incluso con alguna coletilla del estilo "se lo están cargando" o "están matando la gallina de los huevos de oro". No voy a discutir si una carrera determinada tiene un precio alto o no, ni si la Behobia realmente tiene un coste unitario mayor o menor de los 45 euros que hay que pagar por correrla. Simplemente me gustaría apuntar que cuando decimos que una carrera tiene un precio alto lo que realmente queremos decir es que tiene un valor bajo.
Me explico. La misma persona que se queja porque una Media Maratón está a 45 euros es la que paga 300 por un dorsal en Nueva York u 85 por la Maratón de Barcelona. Pagar 300 euros por un dorsal en Nueva York no parece algo caro porque el retorno (felicidad, experiencias, recuerdos) de esa carrera es grande. Si los 45 euros de la Media los pagáramos por correr una Media en Londres, Nueva York, Berlin, Shanghai, etc nos parecería hasta barato, aunque tuviéramos que pagar la bolsa del corredor aparte.
Por tanto el considerar una carrera como cara o barata depende más del valor que del precio. Lo que ocurre es que el valor no se aprecia en muchos casos hasta que has acabado la carrera o la has corrido en ediciones anteriores. Ahí es donde se fija el precio y eso es algo que la mayoría de los organizadores de carreras ni entiende ni se ha planteado. Si eres el organizador de la Maratón de Nueva York puedes seguir subiendo los precios mientras el valor percibido sea razonable. En cambio si eres el organizador de una carrera de montaña local debes mimar al corredor y hacerle vivir una experiencia magnífica para que los 30 euros que le clavas tengan valor para él.
Otro tema a discutir es el papel que puede jugar un ayuntamiento a la hora de limitar el precio de una carrera. Manuela Carmena anunció recientemente su intención de fijar un precio máximo de 0,80 euros por kilómetro en todas las carreras populares que se celebrasen en la ciudad de Madrid. No es una locura. Un ayuntamiento corta el tráfico de sus calles más emblemáticas, cede policía, limpieza y otros medios para que un club, empresa o firma deportiva organice una carrera para fines lucrativos. Qué menos que garantizar que el precio de dicha carrera sea accesible para todos los ciudadanos que, con sus impuestos, también la hacen posible. Digo yo.