Eduardo Arocena
Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.
¿Constitucionalistas? Perdone que me ría
Los que se vanaglorian de defender el orden y la ley, los que se dan golpes en el pecho al grito de “España, España”, los de la pulserita rojigualda, los que usan la Constitución como arma arrojadiza, son los mismos que la convierten en papel mojado puesto que la incumplen a su antojo.
En su preámbulo, la carta magna declara:
La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran (ejem), en uso de su soberanía (¿y el artículo 135?), proclama su voluntad de:
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Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo (habría que preguntar a los salvapatrias qué entienden por “orden” y “justo”)
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Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular (¿esto van a cumplirlo los del partido de los 800 imputados y su marca blanca? JÁ).
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Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones (hablando de Cataluña…)
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Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida (¿qué entienden por “progreso”, “cultura”, “todos” y por “digna”?)
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Establecer una sociedad democrática avanzada (¿una qué?), y
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Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra (esto se hace apoyando guerras ilegales o golpes de estado según los señores pepito grillo)
Los que no votaron a favor de la Constitución son ahora sus defensores más acérrimos. Sobre todo de los artículos 1.3, el 2 y la primera mitad del 3.1. El resto ya tal. En su anhelado peregrinaje hacia el autoritarismo más reaccionario, se llevan por delante artículos tan nimios como los relativos a los derechos fundamentales concernientes al bien personal y común: el derecho a la tutela efectiva de jueces y tribunales, a un sistema tributario progresivo y justo, el derecho al trabajo y a una retribución adecuada y suficiente sin discriminación por razón de sexo, el derecho a la protección social, económica y jurídica de la familia, a una distribución de la renta equitativa, a un régimen de seguridad social que garantice la asistencia y prestaciones suficientes, el derecho a la protección de la salud, el acceso a la cultura, el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado, una vivienda digna “regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”, suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad…
¿Cómo contribuyen a la efectividad de estos derechos la ley de tasas judiciales, la de amnistía fiscal, la subida del IVA, las reformas laborales, el paro y la bajada de salarios, el vaciamiento de la hucha de las pensiones, la creciente deuda soberana, el repago farmacéutico y el descenso de profesionales sanitarios y educativos públicos, la subida de las matrículas universitarias, los desahucios y la ley del suelo?
La respuesta es sencilla: los de la policía política, los del fiscal anticorrupción amigo de corruptos, los del veto parlamentario y ministros reprobados, los autoproclamados garantes del orden y la ley que dinamitan la separación de poderes, nos mean encima y dicen que llueve. Hipocresía típicamente facha.
A estas alturas me conformaría con que se cumpliera la Constitución.