Eduardo Arocena

Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.

2018-01-20

TTIP, democracia y corrupción

Las mejores distopías cinematográficas futuristas están a punto de verse reducidas a la categoría de broma en comparación con la magnitud de la avaricia y el egoísmo alcanzados hoy en día. Las megacorporaciones transnacionales campan a sus anchas en los parlamentos nacionales y supranacionales en el caso del europarlamento, convertidos estos en meras correas de transmisión, e influyen o incluso dictan las leyes que hay que aprobar. Esto es corrupción.

Muy pocas corporaciones lo controlan prácticamente todo: qué y cómo comemos, qué vestimos, cómo nos divertimos, cómo trabajamos, cómo vivimos al fin y al cabo. Asistimos (estupefactos algunos) a una concentración empresarial sin parangón, beneficiada por el marco normativo que nos rige y les ampara. Esto es corrupción.

Los pequeños empresarios, comerciantes y autónomos se hallan a merced de los delirios de grandeza de muy pocas personas en términos relativos. O agachas las orejas o te acaban devorando, no hay forma de competir con ellos con sus reglas. Esto es corrupción.

Por lo tanto, hay que cambiar las reglas.

El TTIP (Tratado Transatlántico de Comercio e Inversiones, por sus siglas en inglés) es un paso decidido de gigante más en esa dirección. Pretende aniquilar y enterrar, en nombre de su malentendida y prostituida liberalización, las insuficientes regulaciones que protegen a los trabajadores, a los consumidores y al medioambiente. No es un tratado comercial, es una ideología política en toda su extensión. La ideología de las élites. Este sistema totalitario mercantil coloniza todos los aspectos de la vida social e íntima. Un ataque frontal de los de arriba contra la democracia mostrando ya sin el menor disimulo sus cartas, seguros de no tener un oponente suficientemente poderoso que los enfrente.

Su adversario somos la gente, el pueblo llano, el 90% restante de la población. Me temo que ganarán por incomparecencia del rival, ya sea por indefensión percibida, incredulidad, desconexión de la realidad, resignación, incoherencia, desánimo, desinformación, apatía o simplemente porque lo aceptan (la ignorancia es atrevida).

Que la realidad no supere a la ficción, haz política u otros la harán por ti. Y hazlo ya o pronto será demasiado tarde.

 

Diseño y desarrollo Tantatic