Dani Askunze
El euskera escuece
Las últimas semanas nos están dejando grandes momenticos en torno al debate sobre el euskera. Un clásico en la política navarra, que aparece cíclicamente, aunque hoy lo haga con ciertas novedades. La cosa no va exclusivamente de políticas educativas, OPEs y escuelas infantiles, pero también. Y no es casualidad que precisamente ahí se haya tocado hueso.
De la derecha navarrera conocemos de sobra su autoodio enfermizo, que ya no sorprende a nadie. Más esclarecedor es ver a ciertos partidos y sindicatos, que con tal de defender los intereses corporativos de sus afiliados, han protagonizado una pataleta que ha alcanzado momentos patéticos. Y lo que es peor: les ha servido.
Reconocerse como privilegiado no es agradable, ya sea en términos de lengua, clase, sexo... Porque implica asumir que se tiene a otros por debajo de ti, lo que supone cuestionar directamente dicha relación y a su vez pone las bases para que esta cambie. Ante esto, hay dos respuestas posibles: o sufrirlo en silencio como las hemorroides y responder atacando con evasivas, o hacer autocrítica y trabajarse el tema.
Os aseguro que la segunda opción, a la larga es mejor. Se siente uno de otra manera. Lo digo en este caso como hijo del nefasto Modelo G y del monolingüismo más comodón. Descolonizar la mente, o al menos intentarlo, es un ejercicio necesario, tanto personal como político. ¿Es que fueron alguna vez ámbitos distintos? A ver si va a resultar que lo del euskera también es política...
Lamentablemente, estamos ante la otra postura. Las reacciones suelen ser preocupantemente parecidas. ¿Que les hablas de violencia de género? Te responderán con el mantra de las denuncias falsas. ¿Que les hablas de huelga? Te hablarán de derecho al trabajo. ¿Que les hablas de una inocente igualdad formal entre euskera y castellano? ¡Vade retro! Eso sería discriminar a los castellanoparlantes.
Ya nos advertía Arturo Campión de que los mayores enemigos que los navarros han tenido y tienen, que abominan el euskera y cuando no lo abominan lo desdeñan, son... navarros. Hará falta pedagogía, constancia y paciencia. Sin miedo a que surjan tensiones y estridencias, teniendo siempre claro que si escuece, es que cura.