Pablo Idoate

Pablo Idoate

“Hablaremos de ese vicio saludable que no entiende de sexo ni edad. Ése que traspasa fronteras más allá de cultura y religión. Crea amistades, levanta pasiones y, además, es gratis. Consumiremos deporte. Dosis sin límites.”

2017-10-23

La burbuja de las carreras

Como ocurrió en su día con los frontones, primero, y los polígonos industriales después, hoy parece inconcebible pensar en un municipio -sea cual sea su tamaño- sin una carrera de cualquier disciplina. El atletismo y las carreras a pie son las preferidas a la hora de organizar una prueba deportiva, pero ¿hay aficionados suficientes para tanta oferta?

El número de pruebas deportivas se ha multiplicado en los últimos años y, por añadidura, se concentran en apenas seis meses, los que la climatología es más permisiva, bien por frío como por calor.

 

Los organizadores tienen claro que cada vez hay más oferta y la gente exige mucho. El éxito de una carrera ya no depende solo del recorrido o de la entrega abnegada de los voluntarios -sin lo que, por cierto, no podrían salir adelante- , sino que entran en juego otros factores que pueden terminar decidiendo el nivel de éxito del evento. Factores como la comercialización o la promoción, sobre todo a través de las redes sociales y la publicidad en medio de comunicación, pueden resultar decisivos en la evolución de una carrera. Es por ello que cada vez son más los clubs que tradicionalmente venían organizando pruebas que deciden dar el timón de mando a una empresa.

 

Esta “profesionalización” en la organización de las carreras populares se traduce en que estas empresas pueden tener un acceso a patrocinadores y colaboradores importantes con cierta facilidad, así como aprovecharse de su volumen de compras para conseguir buenos precios de proveedores. Como puede imaginar el lector, al tratarse de una empresa, el fin aquí es obtener el máximo beneficio en la celebración de la prueba. En las maratones de Sevilla y Valencia, por ejemplo, los beneficios netos superan los 5 millones de euros.

 

El problema es que, como suele ocurrir en muchas facetas de la vida, el pez grande se come al pez chico. Es decir, muchas carreras populares que no son apetecibles para estas empresas están desapareciendo por las grandes dificultades que encuentran sus organizadores para organizar una prueba en la que no pierdan dinero. El acceso a patrocinadores se hace imposible y cada vez es más complicado competir en el calendario con carreras de renombre que cuentan con decenas de miles de corredores.

 

Igual que ocurre con la responsabilidad que se le pide al consumidor ante el pequeño comercio apelemos al “consumo responsable de carreras” y mantengamos vivas las pruebas humildes creadas y mantenidas por gente del pueblo con el único fin de dar vida a nuestras calles y promover hábitos de vida saludables a través del deporte.

 

Nos vemos el 31 de Diciembre en la plaza del Ayuntamiento para despedir el año como se merece.

 

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