Eduardo Arocena
Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.
Somos seres sentipensantes
Eduardo Galeano dijo en una ocasión que somos seres sentipensantes, que no podemos divorciar la razón de la emoción.
Nos creemos racionales pero no lo somos, la mayor parte de nuestra conducta es inconsciente y automatizada. Nuestros actos y pensamientos están condicionados por múltiples factores desde que estamos en el vientre materno, incluyendo todas las experiencias que han ido modelando nuestras respuestas emocionales ante las circunstancias que se nos presentaban, desde la infancia hasta nuestro estado de ánimo de esta mañana. Incluso estamos predispuestos (que no predeterminados) por todo lo que vivieron y cómo lo vivieron nuestros antepasados. El doctor en neurobiología Robert Sapolsky lo explica perfectamente en una charla TED disponible en internet.
El entorno condiciona el comportamiento y nuestra actitud hace lo propio con la de los demás y viceversa, puesto que somos animales sociales y nuestro deseo de pertenencia a un grupo es muy potente. Nos gusta agradar a los demás miembros del círculo más cercano, no sabemos cuándo vamos a necesitar de su ayuda. Es una cuestión de adaptación y supervivencia arraigada en nuestro cerebro primitivo, al igual que el miedo. Por eso, salir de nuestro entorno habitual y comfortable abre la mente, elimina prejuicios y amplía la empatía.
Saber gestionar las emociones tanto positivas como negativas es algo que se debería empezar a enseñar desde la guardería, y en casa, obviamente. De nada sirve saber hacer raíces cuadradas si no sabemos calmarnos en situaciones estresantes o controlar un impulso, algo que nos será sin duda mucho más útil en la vida cotidiana. Un adecuado manejo de las emociones resulta ser un mejor predictor del éxito en nuestra vida que el cociente intelectual. Saber identificar los estados de ánimo y nombrarlos resulta fundamental para lidiar con ellos apropiadamente. El desarrollo de las inteligencias emocional y social tendría que ser un objetivo transversal en los primeros años de colegio. Sobre todo teniendo en cuenta que la ansiedad y la depresión son enfermedades con una prevalencia creciente.
El miedo está instalado en lo más profundo del cerebro irracional, el cerebro que reacciona antes de procesar toda la información, el cerebro impulsivo. Por eso a veces nuestros actos o ideas fugaces nos sorprenden, puesto que de forma consciente y pausada no sucedería lo mismo.
Por estos motivos, apelar al miedo como hace la derecha es tan efectivo y eficaz. Miedo al inmigrante, al pobre, a la mujer libre y empoderada... Esta es una de las razones del auge de la extrema derecha. El miedo. Irracional pero sumamente poderoso. Otra de las razones son sus mensajes sencillos y directos… y falsos (que si los inmigrantes viven de subvenciones o nos roban el trabajo -menuda contradicción-, que los estibadores o los mineros o los taxistas son unos privilegiados, que si el impuesto de sucesiones no permite a un humilde trabajador heredar un millón de eurazos (???), que si la “ideología de género”, que si la ley sobreprotege a las mujeres víctimas de violencia machista...), sumado a la tradición cainita e incapacidad de la izquierda, percibida por gran parte de la población, ya sea real o no, para movilizar a la clase trabajadora hundida por la “crisis”, a pesar de los avances incipientes desde la moción de censura. Qué poca memoria tiene la gente y/o con qué facilidad se le engaña. Con el poco esfuerzo que cuesta informarse mínimamente...
“El conocimiento os hará libres” - Sócrates
“Me doy cuenta que si fuera estable, prudente y estático,viviría en la muerte. Por consiguiente, acepto la confusión, la incertidumbre, el miedo, los altibajos emocionales, porque ése es el precio que estoy dispuesto a pagar por una vida fluida, perpleja y excitante” - Carl Rogers