Inma Sayas
Gadgets
Siempre que oigo o veo escrita esta palabra me acuerdo de aquella serie de dibujos El inspector Gadget se llamaba. La veía con mis hijos y no podía imaginar que algunos de aquellos artilugios con los que salía airoso de todos los problemas en los que se veía envuelto iban a ser incorporados a nuestra vida diaria de una manera tan natural.
Los médicos nos recomiendan andar. Es bueno para todo el mundo caminar. Hace unos cuantos años decía mi médico que estaría bien andar dos horas diarias. Discutía con él porque yo le decía que no me salían dos horas diarias para andar aunque me empeñara, todavía trabajaba y no era precisamente tiempo lo que me sobraba. Luego se han ido rebajando los tiempos a una hora y dependiendo de la edad y de las condiciones de salud con media hora rapidito es suficiente. Pero de pronto desde hace muy poco tiempo lo que hay que hacer es dar un número determinado de pasos para estar en forma. ¿Pasos? Pasos.
¿Quién es capaz de salir a caminar contando pasos? Además dependiendo de la edad hay que dar x pasos. ¿Cómo lo puedes controlar? Aquí entran los gadgets. Se han encargado de crear la necesidad para crear el aparato que mide tus pasos. No eres nadie si no lo tienes. Fantástico. Ya tenemos otro artilugio que comprar. Nadie que se precie de cuidar bien de su salud sale a caminar sin su gadget cuentapasos. Los hay muy sofisticados, miden pulsaciones, calorías, temperatura…en fin un chequeo mientras caminas. Hombre, para los que corren y se preparan para grandes carreras me parece bien, pero para los que solo salimos a andar para estar en mejor forma ¿es necesario tanto control?
Sin embargo acabamos cayendo. Yo ya he caído. Me acabo de comprar un reloj de esos que, además de la hora, que es para lo que sí o sí sirve un reloj, dependiendo de la edad que tengas te marca un objetivo y te va diciendo si lo has cumplido o no, cuántos pasos has dado y cuántos km has caminado. Genial. Hasta ahora mi objetivo era caminar unos 80 ó 90 minutos y con eso daba por cumplida mi tarea diaria. Si un día no ando no pasa nada.
Lo cierto es que me lo he comprado porque ahora que vivo sola me da la seguridad que necesito. Si me ocurre algo puedo llamar y me atenderán. He dejado varios teléfonos a los que llamar en caso de necesidad, una caída, encontrarme mal…Para eso he adquirido mi gadget. Lo llevo siempre encima es bonito y no molesta, me puedo duchar con él, es cómodo. De alguna manera me alivia a la vez que me fastidia. Me fastidia estar en una edad en la que necesitas algunas seguridades, por supuesto que es mejor estar en esa edad que no haber llegado, pero ser consciente de que eres vulnerable no deja de ser un poco inquietante. No es fácil vivir sola y encima en medio de una pandemia que nos tiene semi recluidos. El miedo, la inseguridad…se empiezan a cebar contigo y recurres a ese tipo de ayuda que todavía no creías que ibas a necesitar. Decía W. Churchil que “La salud es un estado transitorio entre enfermedad y enfermedad y que no presagia nada bueno”. Eso que te da risa de puro cierto, es lo que empieza a ocurrir cuando a una edad no joven vives sola. Lees de vez en cuando la cantidad de personas de 65 años en adelante que viven solas y tú estás ahí, en ese porcentaje y empiezas a protegerte de la mejor manera que puedes y te haces con un gadget. Es lo que hay. Es el paso del tiempo. Hace poco leí esto y no puedo estar más de acuerdo. Va en la presentación de una novela ilustrada “La casa” y dice así: A medida que envejezco siento que el único tema de la literatura- y probablemente de todo lo demás- es el paso del Tiempo. Ese “ y probablemente de todo lo demás” es dar en el clavo. El paso del tiempo es demoledor lo mires como lo mires.
Salud para tod@s. Brindaremos por un 2021 un poco menos cabrón.